El mielomeningocele, como ya vimos, es el caso más grave de espina bífida.
Se debe a un defecto en el desarrollo embriológico que provoca que el proceso por el cual las vértebras se unen en su línea media se detenga, quedando abierto el canal vertebral en su cara posterior. Es por ese espacio abierto por el que las meninges, raíces raquídeas y líquido cefalorraquídeo salen al exterior. Cuanto más cerca de la cabeza se encuentra la lesión, más graves son sus efectos. Requiere intervención quirúrgica en los primeros días de vida, con el fin de evitar la infección y el deterioro de la médula y el tejido nervioso.
El 80% de los casos de mielomeningocele presentan hidrocefalia, problema que debe ser corregido inmediatamente con la colocación de una válvula que drenará el exceso de LCR para evitar el daño cerebral.
Constituye uno de los defectos más comunes del SNC. Su causa es desconocida, aunque se cree que los bajos niveles de ácido fólico presentes en el organismo de la mujer embarazada antes y durante el comienzo del embarazo pueden jugar un papel importante en el desarrollo de este tipo de patología, ya el que el ácido fólico es una vitamina importante en el desarrollo del cerebro y médula espinal.
Los síntomas de esta enfermedad están relacionados con la región afectada; así, la gran mayoría de los casos padecen la lesión en la región lumbar baja o región sacra, las últimas zonas de la columna en cerrarse. Entre los síntomas se encuentran la pérdida de sensibilidad y del control de los esfínteres, parálisis total o parcial de las piernas.
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